Es una de las preguntas que me puedes hacer cuando vienes a la consulta.
No esperes una cifra concreta, porque no somos robots que sólo necesitan arreglar circuitos electrónicos, somos seres más complejos, lo cual requiere una revisión multifactorial.
Desde la Naturopatía vamos como detectives observando las capas que nos recubren, trabajando la parte energética, física, emocional y mental, analizando las que están afectadas y que necesitan una atención pormenorizada o una modificación, lo cual requiere un tiempo indeterminado.
Imagen de peoplecreations en Freepik
En una primera sesión dedicamos mucho tiempo a recabar toda información que pueda ser relevante y a analizar cuáles son las pautas prioritarias para establecer un plan de bienestar, porque uno de los objetivos de estas técnicas es ayudar a mantener el auto equilibrio, por tanto, la prevención es uno de nuestros pilares. Para ello se personalizan las pautas a seguir generando cambios en: hábitos alimentarios, patrones mentales, emocionales, vicios perjudiciales…
También hay que tener en cuenta que, en general, los cambios han de ser paulatinos, porque si hicieras un cambio radical de la noche a la mañana generarías más estrés al organismo y justamente es otro pilar que queremos evitar.
Recuerda que detrás del estrés crónico se esconden múltiples síntomas, desde insomnio hasta estreñimiento o fatiga. Y con el ritmo de vida actual, ¿quién no tiende a estar estresado?
Otra cuestión que quiero recalcar es la necesidad de cambiar el chip cuando se va a la consulta: la terapia no va a consistir en tomar un suplemento o vitamina y “para casa”.
Se necesita una actitud de compromiso con uno mismo, responsabilidad y estar abierto a modificar algunos hábitos.
Bajo la pregunta “cuántas sesiones” se engloba también el concepto del tiempo.
En el marco de una sociedad donde “el tiempo es oro” y prima la rapidez de los resultados, no tienen cabida los procesos naturales del cuerpo humano. Es otra forma de desconexión de nuestra propia naturaleza.
Un claro ejemplo: en agosto me rompí la muñeca del brazo derecho al caer en una escalera. Tras un mes de inmovilización con escayola se redujo enormemente la funcionalidad de esa mano. La naturaleza se acomoda a las circunstancias y es capaz de modificar la postura corporal para no sentir dolor tensando otras partes del cuerpo. Por eso en mi día a día procuro estar atenta de las correcciones corporales que genero de forma inconsciente, para no cargar el hombro ni el codo derecho.
La recuperación a los ojos de los demás fue casi imperceptible, sólo yo iba viendo como poco a poco conseguía hacer cosas que no lograba (desde enganchar una pinza de la ropa en el tendal hasta escribir, abrir una conserva, una puerta, etc).
Si no se entiende que la recuperación de una fractura conlleva tiempo y esfuerzo, ¿cómo entender que la aplicación de una técnica para modificar hábitos, carencias, excesos… requiere tiempo?
Hay personas que con una sola sesión consiguen su objetivo prioritario, otras requieren varias sesiones, algunas necesitan venir cada cierto tiempo,… depende de muchos factores.
Por suerte cada vez hay más conciencia social de la importancia de seguir una dieta saludable, hacer ejercicio físico regular, gestionar el estrés y la higiene mental en general. Así que ese tiempo de dedicación a mejorar hábitos se reduce en consulta.
Por otro lado, me gustaría comentar un hecho habitual cuando alguien por casualidad se entera de mi profesión: me pide la solución a un problema -sin estar dentro de la consulta- buscando una respuesta inmediata, que suele ser la de la pastilla pero en su versión natural y se queda extrañado de que no le señalo de un remedio concreto. En esos momentos les tengo que recordar que para dar una respuesta eficaz necesito al menos una hora donde realizo la anamnesis (extenso interrogatorio para obtener una retrospectiva de la persona) y así analizar el caso particular para llegar a una conclusión de cuál es el enfoque particular que necesita.
Si me piden por ejemplo, algo para fortalecer el cabello, estaría haciendo una mala praxis si me limitara a decir: tómate un complejo B, que son vitaminas esenciales para la piel, uñas y cabello. Quizá esa persona no tenga carencia de esas vitaminas, igual necesita un oligoelemento, una sal de schüssler o pautas para gestionar el estrés.
Esta simplificación de lo que puede ser un tratamiento enlaza con un error habitual y grave que es el de la “automedicación”, personas que toman suplementos, extractos o vitaminas por su cuenta, pensando que como son de origen natural no tienen contraindicaciones. Las plantas medicinales sí tienen contraindicaciones y si estás tomando medicación pueden interaccionar con ella, potenciando su efecto, minimizando o inhibiéndolo.
Por tanto, es muy importante seguir las pautas de un profesional y no automedicarse nunca. Un naturópata kinesiólogo, por ejemplo, analiza qué composiciones son más óptimas para tu organismo, cuáles las absorbe mejor y cuáles son una pérdida de tiempo, dinero y sustancia para los desagües, que reciben todo lo que el organismo desecha…
Para finalizar esta reflexión me gustaría que te detuviera en estas palabras de Yogui Bhajan:
Cuarenta días cambian un hábito.
Noventa días colocan el nuevo hábito en el subconsciente.
Ciento veinte días fijan el hábito en el subconsciente convirtiéndose en un patrón automático.
Mil días te hacen un Maestro.