Sobre la lactancia materna son indudables sus beneficios, la evidencia científica no deja de sorprenderse acerca de su composición, que denomina “oro líquido”. De lo que no se oye tanto hablar es de la tetanalgesia, que es el efecto calmante de mamar cuando tiene dolor, fiebre, o está ansioso, por ejemplo.
Se dice que el llanto de un bebé “cortocircuita” nuestro cerebro para ponernos en alerta inmediatamente y atenderlo. Recuerdo que era muy gracioso ver en el parque infantil cómo los “enchufábamos” a la teta cuando se hacían daño y lloraban inconsolables.
Algunas madres incluso si oyen llorar a un bebé -aunque no sea el suyo-, liberan leche como respuesta automática (con la liberación de la hormona oxitocina que regula la leche materna).
Foto de Mateusz Dach en Pexels
Esta situación, de oír a un bebé llorar, me recuerda otra clave de la que no se suele hablar sobre la crianza: muchos padres durante meses e incluso años no dormimos las horas necesarias para alcanzar un sueño reparador. Lo cual se puede convertir en un problema, acumulas tanto cansancio que el cerebro comienza a no rendir, a no tener paciencia ni estar al 100% de tus capacidades. He aquí donde la tribu -por desgracia inexistente actualmente- cobra protagonismo porque «se necesita una aldea para criar a un niño«, como señala un proverbio africano.
Ya en las clases de preparación al parto, la comadrona nos intentaba explicar la importancia de tener una buena red, de que no nos sintiéramos culpables por negarnos a recibir visitas e insistía en que durmiéramos cuando ellos lo hicieran, como método “de supervivencia” en vez de ponernos a limpiar la casa. No tardamos en darle la razón, los primeros meses no teníamos tiempo ni para poner una lavadora y mucho menos para cocinar. Por eso hay que poner de moda las visitas con regalos en forma de comida congelada en vez de trajecitos de bebé.
Para mí son un mito los bebés que duermen más de 2 horas seguidas, pero dicen que existen, no os preocupéis futuros padres/madres, haberlos haylos como dicen los asturianos.
Y luego está el caso de esos bebés que tienen “alergia” a los carricoches…Doy mil gracias al portabebés que nos hizo las salidas a la calle mucho más fáciles y tranquilas.
Mi bebé sintiéndose seguro y conectado con el corazón de su padre.
Pongo este enlace para que te hagas una idea de cómo ha de ser un portabebés ergonómico, respetuoso con la fisiología del bebé:
Otra decisión que también sigue en la línea de respetar el correcto desarrollo del bebé es la de no ponerle zapatos, siguiendo a la podóloga Neus Moya empiezas a fijarte en todos los bebés que llevan zapatos y cómo se los quieren quitar, porque imagínate ¡es como usar guantes todo el rato!, les tapamos una vía de comunicación y sensibilidad importantísimas.
Y de ese conocimiento pasas a ver natural que sus primeros zapatos sean así de “payasiles”: https://attipas.es/ Y terminas preguntándote por qué la industria del zapato no tiene en cuenta la anatomía de nuestros pies.
En cuanto a la introducción de alimentos sólidos mencionar el método baby led weaning, que en mi caso no tuvo mucho éxito porque algunas texturas le generaban rechazo pero me pareció un gran descubrimiento que incluso lo ví mencionado en la lista de consejos pediátricos de mi centro de salud.
Más práctico imposible, para no arruinar ese momento de descubrimiento y disfrute, con nuestras ganas de limpiar y mantener ordenado el lugar, es este babero tamaño descomunal de: https://albabia.com/baberos/tidy-tot-peras-kit-de-bandeja-y-babero-para-blw/
Otro pilar importante es la salud de su boca, fundamental no introducir hasta los 18 años aprox el azúcar añadido hasta re-cepillarles los dientes hasta… también los 18 😉
El tema de la introducción temprana del azúcar es un melón que abriré próximamente en otro artículo.
Además, es importante no esperar a que salgan todos sus dientes para realizar su primera visita al odontopediatra, porque por un lado te dará unas pautas a seguir y, por otro lado, el peque se va familiarizando con ese ambiente. En este campo te recomiendo seguir a la odontóloga Irene Iglesias Rubio en sus redes sociales.
Por suerte existen muchos profesionales difundiendo evidencias y desmitificando verdades populares, especialmente la pediatra Lucía Galán, espero que cale hondo su libro “Los virus no entran por los pies” para dejar de oír la típica discusión de los padres riñendo a sus hijos por andar descalzos en casa.
Para finalizar este recopilatorio de claves en la toma de decisiones de la crianza me gustaría recalcar que:
En el cuidado no existe el fracaso, lo que existe es el aprendizaje.
Ya bastante sentimiento de culpa tenemos por la falta de conciliación real el cual no favorece una crianza consciente, presente y “a fuego lento” como para poner más piedras en nuestra espalda. Cada una hace lo que puede y como puede, con las habilidades y conocimientos que posee en ese momento.
Nos vemos en los parques ¿¡o no?! 😉